Powered By Blogger

lunes, 28 de junio de 2010

GLOBALIZACION FINANCIERA

UNIVESIDAD RICARDO PALMA
FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS Y EMPRESARIALES
ESCUELA DE ADMINISTRACION Y GERENCIA


“Globalización Financiera”

Integrantes:
• Álvarez Belmont, Sebastián
• Villavicencio García , Dery Laura
Curso:
• Finanzas Internacionales
Profesor:
• Ugarte Morales, Luis


Junio 2010

Índice

Introducción……………………………………………………………………………………………………………
Capítulo I…………………………………………………………………………………………………………………….
Capítulo II…………………………………………………………………………………………………………………….
Capítulo III………………………………………………………………………………………………………………………….
Caso Práctico……………………………………………………………………………………………………………………..
Lo que se aprendió (conclusiones)…………………………………………………………………………………

Introducción
Desde hace un cuarto de siglo, el capitalismo ha cambiado mucho en los países desarrollados. Las finanzas han sido un vector decisivo de estos cambios desde la gran inflación de la década del setenta.

Globalización financiera es el nombre que se atribuye a las transformaciones que han afectado los principios de funcionamiento de las finanzas. Se trata de profundas transformaciones que asocian de manera muy estrecha la liberalización de los sistemas financieros nacionales y la integración internacional.

Este nuevo régimen financiero está profundamente anclado en las estructuras económicas contemporáneas. Si la inestabilidad que le es inherente no provoca una catástrofe global, ha llegado para quedarse, pues las fuerzas determinantes que le han dado origen se enraízan en una evolución socio demográfico de largo alcance. En los países desarrollados esta evolución hace aparecer un capitalismo patrimonial en el cual una parte creciente de los asalariados se transforma en accionista de las empresas a través de la mediación de los inversores institucionales. La influencia preponderante de estos actores imprime su marca en la competencia financiera, en la asignación de capitales y en los comportamientos de las empresas. Estos efectos microeconómicos tienen repercusiones macroeconómicas. La globalización financiera actúa sobre las condiciones de crecimiento de las economías, y se acompaña asimismo de una inestabilidad endémica que alimenta las crisis financieras recurrentes. Estas crisis acompañan la extensión de la liberalización financiera en los países en desarrollo.

1. Finanzas de mercado y capitalismo patrimonial
 La globalización financiera es una transformación de los sistemas financieros íntimamente relacionada con el cambio de régimen de crecimiento en los países de capitalismo avanzado.
 Ha hecho prevalecer los principios de las finanzas de mercado, una lógica financiera nueva comparada con la que existía cuando la financiación del crecimiento se veía asegurada de modo preponderante. Los inversores institucionales son los actores dominantes de estas nuevas finanzas.


1.1. La transformación de los sistemas financieros

Durante la década del setenta, las presiones sobre el dólar, los choques petroleros, el desigual aumento de la inflación en los países de la OCDE, se conjugaron para transformar el sistema monetario internacional. Se pasó de un sistema regulado por los gobiernos bajo control de los movimientos de capitales a un sistema movido por los mercados, que liberó los flujos internacionales de capital. Los condicionamientos de las balanzas corrientes eran estrictos según las reglas de Bretton Woods, puesto que el déficit estaba financiado por las reservas oficiales de cambio en condiciones de cambio fijo. En el sistema actual, en el cual los déficit son financiados por el crédito internacional de los bancos y mercados de títulos, los condicionamientos pasan por los juicios que los inversores financieros puedan formarse con respecto a la sustentabilidad de las deudas externas.

Los mecanismos financieros cada vez más sofisticados que manejan los flujos de capitales tejen una integración financiera de la economía mundial cada vez más estrecha. Pero tanto la diversificación de los instrumentos de colocación y préstamo como la aparición de mercados derivados, son procesos que se originan en la mutación de los sistemas financieros nacionales. El cambio de régimen monetario ha sido el principal factor desencadenante de estos procesos. Se asistió a una aceleración y luego a una deceleración de la inflación, ambas de gran amplitud. Esa modificación implicó el fuerte aumento de las tasas de interés reales. No obstante, a causa de la inercia de las anticipaciones, las tasas reales anticipadas, después de haber superado las tasas realizadas en la ola creciente de la inflación, se encontraron por debajo de las tasas realizadas en la ola descendente. Se pasó, pues, de un régimen favorable a los deudores a un régimen favorable a los acreedores. Se invirtió la naturaleza de los riesgos dominantes: desvalorización de los patrimonios financieros que no estaban perfectamente indexados en el primer caso, degradación de la calidad de las deudas en el segundo. La búsqueda de una protección contra el riesgo principal determinó las formas de la innovación financiera: se trató de instrumentos de protección del valor de los patrimonios privados en el régimen de los deudores; en el régimen de los acreedores, paralelamente, de instrumentos de disminución del costo de las deudas y transferencia de los riesgos.

Cuando la política monetaria se hizo deflacionaria, los gobiernos buscaron medios de financiación no monetarios, mientras los déficit aumentaban rápidamente con los crecientes costos de la protección social y el servicio de la deuda. Se volcaron a la promoción de títulos públicos que resultaran atractivos para los ahorristas. Los mercados de títulos públicos se transformaron en bases de los mercados de capitales: tasas de interés rectoras en la formación de los precios de activos, colocación de referencia en las estructuras de las carteras diversificadas, haberes refugiados en episodios de deterioro de la confianza.

1.2. Una nueva lógica financiera

Los factores que acabamos de analizar han transformado totalmente la concepción de las finanzas en sus estructuras, comportamientos y regulaciones. Los inversores institucionales (fondos de pensión o fondos comunes de inversión) se han transformado en los agentes financieros que desempeñan el papel más importante en las colocaciones de capital.

El problema central de las finanzas, que gobierna la colocación de capitales, es el de resolver la tensión entre la necesidad de liquidez de los ahorristas y la inmovilidad de los capitales necesarios para crear valor.

Los bancos resuelven esta tensión por medio de la transformación de los depósitos líquidos en créditos que conservan en el balance hasta su vencimiento. En la época del fuerte crecimiento, dicha mediación bancaria favoreció a los tomadores de préstamo, pero también a la economía global, financiando tasas de inversión elevadas gracias a un costo del capital bajo y estable. El ahorro se encontraba aprisionado dentro de una remuneración módica. Como contrapartida, disponía de una gran seguridad, porque los gobiernos, que habían tomado medidas para la bancarización rápida de la población, estaban firmemente decididos a impedir las quiebras bancarias. Por lo demás, los hogares podían disfrutar de condiciones ventajosas en tanto que tomadores de préstamos para adquirir sus viviendas.

En estos sistemas bancarios sostenidos por el poder público, los accidentes financieros eran escasos y aislados. El Estado se hacía cargo del riesgo colectivo. Los bancos manejaban el riesgo de crédito individual por medio de la vigilancia individual de los prestatarios dentro del marco de una relación de clientela continua. El riesgo de mercado era casi inexistente en los países en los que los mercados financieros sólo desempeñaban un papel periférico, exclusivamente en la financiación de la deuda pública.
En las finanzas de mercado, la tensión entre inmovilización y liquidez se encuentra mediatizada por los mercados secundarios de títulos de acreencia. Estos mercados, cuando funcionan normalmente, están organizados a fin de licuar la posesión de derechos sobre los activos inmovilizados. La liquidez se mantiene por medio de la profundidad de los mercados de capitales y la diversificación de las carteras de inversores institucionales, que son los grandes proveedores de fondos líquidos en los mercados donde compran títulos. Sin embargo, en este caso, la liquidez es muy diferente de la de los depósitos bancarios, considerada total y permanente puesto que los depósitos están asegurados y los bancos tienen acceso a la fuente última de liquidez fuera del mercado: los adelantos del banco central.

Los mercados secundarios de los activos financieros no pueden ser totalmente líquidos, puesto que los títulos de acreencia financian capital inmovilizado. No es posible que todo el mundo se retire del mercado al mismo tiempo. La liquidez, entonces, está relacionada con el equilibrio que se establece entre compradores y vendedores. La liquidez será tanto mayor cuanto menos la demanda de conversión de títulos en moneda haga variar el precio de mercado. Pero siempre existe un riesgo de pérdida en capital, que obliga a los participantes en los mercados de activos a especular constantemente sobre la evolución futura del precio de mercado, la cual depende del comportamiento de los demás operadores. La especulación, que es así una necesidad para el funcionamiento de los mercados financieros, se mueve por el sentimiento mayoritario del mercado, que puede ser muy versátil.

Ampliando la gama de colocaciones ofrecidas a los ahorristas, difundiendo una información permanente sobre los precios y los rendimientos, multiplicando las instituciones financieras en competencia para ofrecer mejores condiciones al ahorro, las finanzas de mercado han hecho que las relaciones entre acreedores y deudores se vuelvan más estratégicas y más dependientes de las variaciones fluctuantes de las tasas de interés.
2. Globalización financiera y crecimiento en los países desarrollados

En el capitalismo patrimonial contemporáneo, las finanzas otorgan su impulso a la economía real, mientras que en el régimen de crecimiento de los gloriosos treinta se encontraban al servicio de la acumulación de capital. Dado que los mercados financieros se mueven por olas sucesivas de optimismo y pesimismo (el sentimiento del mercado), existen factores de inestabilidad que provocan fluctuaciones cíclicas potencialmente más marcadas que en el precedente régimen de crecimiento. La política monetaria desempeña una función principal para estabilizar las finanzas y amortiguar los episodios críticos a los que es vulnerable. Esta política, bien establecida en los Estados Unidos y a la que deberá adaptarse Europa, tiene objetivos y métodos muy distintos de los del monetarismo que actúa en las finanzas dominadas por los bancos, en la cual la inflación era el modo de expresión de los desequilibrios macroeconómicos.

2.1. Una dinámica cíclica

Las finanzas de mercado, vueltas hacia la apreciación de los precios de los activos, estimula fuerzas pro cíclicas en la formación de la demanda global. Como contrapartida, la exigencia de rendimiento financiero ejerce sobre la oferta global una presión que la hace más flexible. De donde la inflación, convenientemente medida por el aumento del índice de precios al consumidor, no se manifiesta más que de manera tardía y atenuada en el ciclo coyuntural.

La lógica financiera actúa sobre los dos componentes de la demanda privada, el consumo y la inversión.

En lo que se refiere a los hogares, en la fase ascendente del precio de los activos financieros, la riqueza se acrecienta en relación con el ingreso disponible. Los hogares pueden realizar su objetivo patrimonial ahorrando menos, es decir, obtener plusvalías suplementarias si los precios de los activos aumentan más rápido de lo que había previsto. También pueden endeudarse contra garantía de su enriquecimiento financiero para acrecentar su consumo y realizar plusvalías por gastos excepcionales. La demanda global, cuando está impulsada por el consumo, que es su principal componente, resulta pro cíclica (es decir, amplifica el ciclo económico). En efecto, el dinamismo del consumo permite que las empresas obtengan ganancias que sostienen el alza de precio de los activos. A cambio, el alza de estos últimos acentúa la presión de la demanda en lugar de frenarla, al contrario de lo que provocaba la inflación de los bienes en el antiguo régimen de crecimiento.

El antiguo régimen de crecimiento favorecía los rendimientos de escala en la producción industrial. El aumento de la productividad del trabajo iba acompañado del aumento de peso de la intensidad capitalística, que se traducía en el alza de la relación del capital con respecto al valor agregado, producida por las sociedades privadas no financieras. En el nuevo régimen, la presión de los inversores institucionales para mejorar el rendimiento del capital ha provocado primero que se detuviera el aumento de la ratio capital/producto en Europa, seguida de una leve baja, y una baja sensible (alrededor del 40%) desde comienzos de la década del ochenta en los Estados Unidos, acompañada de un débil aumento de la productividad del trabajo.

2.2. Regulación macroeconómica por medio de la moneda

Si es verdad que los indicadores avanzados de tensión en las fluctuaciones del crecimiento se inscriben en las finanzas, el sentimiento del mercado se transforma en una característica que se impone a los responsables de la política económica. La invasión de información financiera en los medios masivos ilustra hasta qué extremo las tasas de interés y las cotizaciones bursátiles se han transformado en minuciosos jueces de la política económica. Pero su juicio es difícil de interpretar, y el diálogo con ellos resulta particularmente delicado, puesto que el liberalismo del que se nutre la globalización financiera cree en la eficacia de los ajustes macroeconómicos aguijoneados por la competencia en todos los mercados. Pero, como ya hemos visto, estos ajustes sólo funcionan si la demanda agregada sostiene un nivel de actividad que valide las anticipaciones de los agentes privados. Dos ejemplos recogidos en la experiencia americana ayudan a comprender los dilemas que se encuentran en la conducción de la economía en las fronteras del pleno empleo.

Un ejemplo es el del crac de los mercados de obligaciones en 1994. A fines de 1993, ya era sólida la recuperación de la economía americana después de la recesión de 1990-1991. Las finanzas públicas mejoraban rápidamente y las ganancias aumentaban, de modo que los mercados de obligaciones preveían la continuación de una baja de las tasas de interés a fines de 1993. Los inversores institucionales habían adoptado posiciones especulativas a la baja de las tasas que resultaban muy importantes. No obstante, a comienzos de 1994, el banco central había diagnosticado el comienzo de una demanda interna que aumentaba demasiado rápido en relación con lo que se consideraba que la oferta estaba en condiciones de satisfacer. En febrero de 1994 la política monetaria se ajustó un poco, tomando los mercados desprevenidos. Esto desencadenó el pánico en los mercados de obligaciones, provocado por la venta masiva de los inversores que trataban de cerrar rápidamente sus posiciones. Las tasas de interés obligatorias en Estados Unidos y en Europa subieron al unísono, con una amplitud carente de medida común con la intención inicial de la política monetaria.

Estos ejemplos muestran que, en el universo de los mercados financieros, la política monetaria es menos instrumental o normativa que comunicacional. Esto sucede porque ella debe tomar en cuenta la sensibilidad de los mercados financieros. El banco central considera la opinión de los mercados, pero estos no emiten juicios independientes sobre la economía, sino que tratan de anticipar las acciones futuras del banco central. Este juego estratégico es mucho más complicado que un control óptimo, es decir, el hecho de guiar dinámicamente un sistema mecánico hacia un objetivo predeterminado: existe una doble trampa de exceso de actividad y de inercia.

3. Liberalización financiera en los países en desarrollo

Desde el comienzo de la década del noventa, la liberalización financiera desbordó ampliamente las fronteras de los países desarrollados. La apertura ante la entrada de capitales fue un poderoso incentivo para reformar los sistemas financieros de los países en desarrollo. Los que adoptaron esta vía pudieron recibir la nueva apelación de mercados emergentes, que les fue otorgada por las instituciones internacionales. Las condiciones precipitadas y brutales en las que se efectuó sin ninguna precaución la liberalización financiera desencadenaron una crisis que detuvo temporalmente el ascenso del poderío de estos países y debería sugerir una reevaluación de las vías y medios de integración internacional.

3.1. Las razones de la apertura financiera

A fines de la década del setenta, Argentina y Chile habían realizado una tentativa abortada y ruinosa de liberalización financiera. Con independencia de estos casos aislados, el endeudamiento internacional de los países en desarrollo luego de los choques petroleros había sido propio de los Estados o de agentes garantizados por éstos. Esa deuda soberana sufrió una crisis de solvencia a partir de 1982, administrada por medio del rescalonamiento dentro del marco de planes de recuperación establecidos con el concurso del FMI.

Este estableció una doctrina macroeconómica uniforme para satisfacer el servicio de la deuda. La transferencia de divisas a los acreedores debía realizarse por medio de la combinación de tasas de cambio reales competitivas y una gestión rigurosa de las finanzas públicas destinada a obtener balances corrientes excedentarios. Pero esa doctrina encontró considerables dificultades de aplicación. La depreciación de la tasa de cambio favorecía las rentas en los sectores protegidos de la economía; mantenía la inflación amplificada por los conflictos de redistribución exacerbados por el rigor presupuestario. La espiral de la devaluación y la inflación arrastraba a los países a programas de estabilización sucesivos y poco convincentes; el crecimiento se veía sofocado y el peso de la deuda externa seguía aumentando.

La liberalización financiera ha sido recomendada para ser la punta de lanza de cambios estructurales que se suponía deberían mejorar la rentabilidad del capital en los países con un fuerte potencial de crecimiento industrial. El anclaje nominal de la tasa de cambio al dólar reemplazó las tasas de cambio flexibles para alentar la movilidad de los capitales reduciendo los riesgos cambiarios.

3.2. La crisis financiera

Fueron numerosas las crisis financieras inducidas por la liberalización en los países en desarrollo. La primera de ellas estalló en México a fines de 1994 y concernía sobre todo a la deuda pública a corto plazo. Luego, la crisis de los países emergentes de Asia comenzó en Tailandia en julio de 1997 y alcanzó su paroxismo en el conjunto de la región desde mediados de octubre hasta fines de diciembre del mismo año.

Esta última crisis tuvo repercusiones que se extendieron al conjunto de los países emergentes y en transición que habían iniciado el camino de la liberalización financiera. Su origen era el exceso de endeudamiento de los agentes privados. Pero la inestabilidad tuvo consecuencias sobre países cuya deuda pública fue juzgada insostenible por opiniones financieras que se habían vuelto muy pesimistas y muy nerviosas. Fueron Rusia en agosto de 1998 y Brasil en varias oportunidades, hasta enero de 1999.

Todas estas crisis tuvieron en común el endeudamiento internacional en divisas extranjeras, que crecía cada vez más rápido cuando los capitales se veían atraídos por rendimientos más elevados que los ofrecidos en el país de origen de los prestadores, fenómeno que se combinó con regímenes de cambio rígidos que los inversores extranjeros consideraban sólidos. Los bancos locales resultaron ser los eslabones débiles de esta integración financiera por el endeudamiento. Acumularon riesgos al contraer deudas a corto plazo en divisas y, según los casos, financiando en moneda local operaciones especulativas o inversiones industriales de rentabilidad dudosa.

De este modo, la huida hacia adelante de la liberalización financiera, a falta de una reglamentación que diversificara los riesgos e impusiera provisiones mínimas de capital, pero también sin una supervisión bancaria digna de tal nombre, resultó un terreno propicio para que maduraran las crisis. La falta de control público sobre el sistema financiero, en efecto, permitió que se subvaluaran los riesgos y que contrajeran deudas excesivas ciertos bancos que no tenían ninguna experiencia en la gestión descentralizada del riesgo en los mercados financieros en competencia.

Estas debilidades en los países importadores de capitales internacionales han sido señaladas hasta el cansancio. Indudablemente, tales señalamientos tienen su parte de verdad, pero la insistencia unilateral en considerarlos como únicas causas de las crisis financieras es parcial y peligrosa, puesto que deja de lado la responsabilidad de prestadores e inversores de los países desarrollados. Sobre todo, hace creer que las crisis sólo son efecto de la torpeza de los gobiernos y las instituciones financieras internacionales. Un poco más de experiencia y transparencia, y el aprendizaje del riesgo, deberían promover una globalización financiera autorreguladora, capaz de disciplinar los comportamientos imprudentes. La eficacia de los mercados se impondría en beneficio de todos los actores de una economía mundial al mismo tiempo dinámica y estable.

Esta ideología complaciente de la liberalización financiera se ha visto desmentida por la historia. Las crisis financieras han sido recurrentes desde que los títulos financieros representan esperanzas de beneficios. Siempre y en todas partes, las pasiones colectivas llevaron los precios de los activos a alturas vertiginosas, para ser seguidas por hundimientos no menos espectaculares. Siempre y en todas partes, las olas ascendentes de compras fueron racionalizadas por quienes participaban en ellas, antes de que las ventas de pánico fueran denunciadas con vehemencia como acontecimientos irracionales.

Las crisis financieras tienen otro aspecto desconcertante: el contagio. Cuando falta la liquidez en un mercado importante, implicando el hundimiento del activo que no puede venderse sin una severa pérdida, las necesidades de liquidez se acrecientan a fin de financiar las pérdidas, al mismo tiempo que desaparecen las contrapartidas. Los operadores deben pues reportarse a otros mercados cuya liquidez se ve sometida a prueba con los mismos efectos. Es posible que se produzca una desconfianza generalizada en un conjunto de mercados, creando caídas de precios estadísticamente correlacionadas, hasta que la sed de seguridad de los inversores los conduzca hacia mercados que son lo bastante firmes porque están sostenidos por un prestador en último término.

3.3. Algunos retos de la globalización financiera para América Latina.
El fenómeno de la globalización financiera ha traído consigo un aumento sin precedentes en la magnitud y movilidad de los flujos internacionales de capitales. En buena medida, se han desmantelado las barreras a las entradas y salidas de capitales, y las trabas que se oponían a la expansión internacional del negocio bancario.
Los mercados financieros internacionales se han vuelto mucho más sensibles a la calidad de los programas económicos y el desempeño de los países. Súbitas salidas masivas de capitales y ataques cambiarios, tanto en países desarrollados como en mercados emergentes, han demostrado que nadie está a salvo de sufrir las consecuencias de malas políticas públicas y que la volatilidad de los mercados de capitales es una realidad que los gobiernos no deben despreciar.
La estabilidad financiera se ha convertido en un objetivo de primera línea, que no puede alcanzarse sin un claro compromiso a la disciplina fiscal, el fortalecimiento del ahorro interno, la solidez y competitividad del sistema financiero, y perseverancia en la aplicación de políticas que refuercen el papel de los mercados. Una y otra vez han quedado demostrados los graves riesgos que comporta el depender excesivamente de los flujos de capital a corto plazo o de ingresos extraordinarios (por privatización o por aumentos en los precios de exportación). Episodios como los vividos por México y Venezuela en años recientes demostraron lo que ocurre cuando las soluciones de fondo se postergan, ante la falsa creencia de que son poco importantes las debilidades - transitoriamente enmascaradas -- de las cuentas fiscales o las de la banca. Tarde o temprano toda crisis se destapa, y la bonanza circunstancial se desvanece rápidamente. Una manifestación más del "pan para hoy, hambre para mañana".
Pero el mundo no se detiene. Mientras atacamos las debilidades de ayer y de hoy, también tenemos que enfrentar una competencia nueva y más fuerte.
Una de ellas, tiene que ver con el cambio de morfología del negocio financiero en sí. Los bancos comerciales, que tradicionalmente han sido el corazón de nuestro sistema financiero y también del sistema de pagos, deben competir con una creciente diversidad de instituciones financieras. La especialización de las instituciones financieras se desdibuja, y el campo de acción tradicional de la banca (prestar el dinero captado de los depositantes) pierde importancia ante la proliferación de productos y servicios de muy variada índole. La banca universal y los llamados grupos financieros no son sino una manifestación de ese proceso de diversificación.
La otra, es la dimensión internacional del negocio. La globalización de los mercados financieros en América Latina está tomando tres vías. Las instituciones financieras internacionales están entrando a competir en nuestros mercados. Los instituciones latinoamericanas se están expandiendo dentro de América Latina (en banca comercial, banca de inversión, fondos de pensiones, seguros) y, además, también buscan posicionarse en los mercados de los países industriales.
Por otra parte, sabemos que las fuerzas de la globalización están empujando a la banca latinoamericana a hacerse más competitiva. Los márgenes se están reduciendo, e impulsan a la banca a rentabilizarse a través de nuevos negocios que implican nuevos riesgos. Si esos nuevos riesgos no se manejan con prudencia, se estará cebando la bomba de una crisis.
Para minimizar los riesgos, sin entorpecer la expansión del negocio financiero latinoamericano, hay que avanzar en varias direcciones:
1. Asegurar que los accionistas verdaderamente corran el riesgo de sus bancos. Esto es especialmente importante cuando la propiedad de la banca está concentrada en pocas manos y la banca está vinculada a empresas industriales y/o comerciales a través de una propiedad accionaria común.
2. Asegurar que los bancos estén bien capitalizados.
3. Informar de manera transparente quienes poseen, en última instancia, el control accionario de las instituciones financieras.
4. Promover la existencia de inversionistas, distintos a los accionistas, que pongan capital a riesgo en el banco, tengan un genuino interés en el éxito de la institución y, por ende, contribuyan a monitorear a la gerencia. Esto se logra a través de la colocación de obligaciones subordinadas, convertibles o no.
5. Suministrar información oportuna y veraz a los supervisores y al mercado.
6. Propiciar la actuación de agencias privadas de calificación de riesgo bancario, y asegurar que estén libres de conflictos de intereses.
7. Asegurar que el marco regulatorio promueve efectivamente la prudencia en el manejo bancario.
8. Armonizar las regulaciones bancarias a nivel regional, en línea con las normas de Basilea. Uno de los aspectos más importantes a estos efectos es el de la supervisión consolidada, requisito primordial del éxito.
9. Hacer muy transparentes todas las reglas y procesos administrativos de autorización de nuevas instituciones financieras, aprobación de cambios en el control accionario, e intervención de instituciones insolventes.
10. Fortalecer las agencias de supervisión bancaria dándoles los recursos, la jerarquía y el apoyo político necesario para el cabal ejercicio de sus funciones, e independizándolas de las presiones políticas indebidas. Sin ello, la supervisión bancaria será simplemente un ritual carente de significación.
11. De la globalización no se puede huir, y son muchos los beneficios que de ella pueden derivarse. Sin embargo, también está claro que aumenta los riesgos de inestabilidad. La fortaleza de la banca no es la solución única para protegerse de ese riesgo, pero sin duda es un importante escudo protector. La política monetaria tendrá un mayor margen de maniobra para desarrollar una acción estabilizadora, y los esfuerzos dirigidos a mejorar los niveles de ahorro interno podrán capitalizar el beneficio de contar con una política económica y una industria financiera que le inspiran confianza al ahorrista.

Caso Práctico

Justificación: incremento del bienestar general (= q CI)

• Incremento y mejor asignación (rtabilidad) del S→I
• Elección del nivel de riesgo: diversificación activos para I.
• Descenso de los i

Eficiencia s. bcario (intermediación), y logro de estabilidad monetaria

Consecuencias de la G financiera:

• Amplia profundidad y eficiencia de los mdos
• pero eleva los niveles de riesgo por contagio de crisis.

Lo que se aprendió (conclusiones)

 La globalización financiera a largo plazo se refiere al proceso mediante el cual los mercados financieros de diversas los países del mundo están integrados como una sola. La globalización financiera también puede definirse como un libre circulación de las finanzas a través de fronteras nacionales sin enfrentarse a ninguna restricción.

 La globalización financiera exige la introducción de una moneda única en todo el mundo y gestionados regulada por una sola autoridad monetaria internacional.

 Es un concepto agregado que se refiere al aumento de las conexiones mundiales a través de la frontera flujos financieros- individual. La integración financiera se refiere a un individuo país con los mercados internacionales de capital. Es evidente que estos conceptos están estrechamente relacionados.

 Uno de los problemas es desde el grado de convertibilidad de la moneda de alimentación es baja en todos los países en desarrollo, todos sus extranjeros préstamos tienen que ser pagados en moneda extranjera. En esta situación, es lógico suponer que sólo el sector exportador es capaz de cumplir con los estándares internacionales de crédito, puesto que éste es sector que puede aportar los mejores activos negociables, en vista de su potencial de ganar extranjeros moneda.

 Otro problema es condición suficiente para la integración, que es el
la capacidad de los países para atraer capital financiero como el análisis hasta la fecha demuestra que la condición necesaria para el capital financiero a circular libremente entre los países es de carácter financiero
la liberalización, esta posibilidad de atraer capital financiero extranjero en última instancia depende de la capacidad del país para aportar las mejores activos negociables como garantía contra la cual el país puede solicitar un préstamo.

 El verdadero problema con la globalización es que la integración de todo el mundo debería tener lugar en uno, en el sentido de que las diferentes partes del mundo deberían fundirse en el caso de la globalización financiera, esto significa que los préstamos y los países prestatarios deben se fusionarán en un único mercado suponiendo que este proceso ha hecho que comenzó como la libre circulación de las finanzas puede indicar, a continuación, la liberalización ha eliminado una barrera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario